Un estudio de la Universitat de València con niños de entre 6 y 14 años revela que a esa edad los menores ya protagonizan conflictos familiares propios de la adolescencia.
LV 19.07.2010
Salvador Enguix - Valencia
Es la etapa infantil menos estudiada. La que menos atención despierta tanto de especialistas como de los medios de comunicación. Incluso se la suele tildar como "la edad feliz de la infancia". Se trata de los niños y niñas de entre 6 y 14 años. El periodo que en la fase final suele calificarse como la preadolescencia. Pero un estudio realizado en Valencia, dirigido por Petra María Pérez, catedrática de Teoría de la Educación de la Universitat de València, rompe el mito.
Y no sólo eso. Advierte que es una etapa en la que ya se detectan "conflictos" como la falta de responsabilidad, las exigencias caprichosas, la impaciencia, el consumo desaforado, la dificultad de las familias para educar o incluso la agresividad, que, de no abordarse con responsabilidad, se consolidarán durante la adolescencia, con las peores consecuencias. "Es esta una etapa en la que, en general, parece que todo transcurre sin sobresaltos ni grandes disfunciones, y no existen muchos trabajos que la aborden", anuncia Petra María Pérez.
El estudio, titulado Infancia y familias, valores y estilo de educación (6 a 14 años), es el resultado de una investigación interdisciplinar sobre una muestra representativa de la población española de 1.000 familias tanto convencionales y nucleares como monoparentales, reconstituidas o familias con niños adoptados. La primera conclusión de este trabajo es que "la vida de esos niños y sus familias no es tan plácida como se creía". Uno de los principales problemas detectados es que alrededor de los 11 años, o incluso antes, los niños "comienzan a apropiarse ya de modelos de comportamiento adulto".
Dejan de jugar tempranamente, les interesa en exceso la televisión, quieren vestirse como los mayores, usar el móvil, incluso algunos se inician en el tabaco y el alcohol, "lo que puede introducir factores de riesgo en su desarrollo infantil y en la dinámica familiar". "Esta realidad -añade el estudio- no siempre es percibida por los padres como un problema".
Las conductas que más preocupan a los padres entrevistados son, por este orden, que no saben esperar (22,3%); la falta de colaboración en casa (10,9%); las horas que se pasan viendo la televisión (10,8%); la falta de esfuerzo o interés en los estudios (9,7%); las cuestiones relacionadas con el aspecto, como la ropa, los escotes o los piercings (9,6%), y el tiempo que pasan con la videoconsola o Internet (9%). Petra María Pérez valora como "muy preocupante" que casi una cuarta parte de las familias reconozca que sus hijos "no saben esperar, cuando quieren algo lo quieren ya". "Efectivamente -dice esta investigadora-, los niños son muy ´inmediatistas´ porque hoy el contexto les enseña que es posible conseguir lo que quieren, ya sea juguetes o chucherías, con frecuencia y sin demora". El problema detectado en este informe es que los padres suelen disponer, en general y especialmente la familias monoparentales y reconstituidas, de poco tiempo, "por lo que en ocasiones es más fácil dar lo que piden que convencerles de que deben esperar o de que no se lo van a dar".
Existe, principalmente en las familias monoparentales y reconstituidas, una cierta "sensación de cansancio" en la labor educadora. "Son personas que están solas para afrontar toda la responsabilidad que supone educar a los hijos". Se detecta un hecho curioso: a pesar de que en las familias aparentemente se han superado los estereotipos sexuales y se comparten las tareas del hogar, "un número significativo de los encuestados opina que las niñas deben colaborar más, especialmente las que tienen de 12 a 14 años". Otras conclusiones son, por ejemplo, que las niñas son "más conflictivas" que los chicos en lo que respecta a salir de casa con los amigos. Sin embargo, son consideradas por los padres más responsables en los estudios.
Por último, existe cada vez más preocupación por la violencia juvenil. Un 62,8% de los encuestados atribuye este fenómeno a "la falta de afecto y apoyo familiar", un 58% a la violencia en los medios de comunicación y un 52% "al temperamento violento y agresivo que tienen hoy los jóvenes".
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