sábado, 19 de junio de 2010

Frases sobre Niños (2)

Si la ayuda y la salvación han de llegar, sólo puede ser a través de los niños. Porque los niños son los creadores de la humanidad.


Maria Montessori (1870-1952) Educadora y médica italiana.

¿Nos dejas tu opinión?

viernes, 18 de junio de 2010

Autoridad positiva con los hijos

Como lograr una autoridad positiva con los hijos

Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que permitan diferenciar qué está bien y qué está mal, pero uno de los errores más frecuentes de padres y madres es excederse en la tolerancia. Y entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio, ¿cómo conseguirlo para tener autoridad?

En una de las primeras charlas que dí a un grupo de padres de un parvulario, una madre levantó la mano y me preguntó:

- ¿Qué hago si mi hijo está encima de la mesa y no quiere bajar?

- Dígale que baje, -le dije yo.

- Ya se lo digo, pero no me hace caso y no baja -respondió la madre con voz de derrotada.

- ¿Cuántos años tiene el niño? - le pregunté.

- Tres años - afirmó ella.

Fuente: aciprensa (Leer el artículo completo).

jueves, 17 de junio de 2010

Frases sobre Niños (1)

Antes de casarme tenía seis teorías sobre el modo de educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría.

John Wilmot (1647-1680) Segundo conde de Rochester. Poeta inglés.

¿Cual es tu experiencia?


El cerebro del bebé (IV)

Programa redes TV2 nº 447

Eduard Punset entrevista a: Sue Gerhardt, Psicoterapeuta y psicoanalista, Oxford.

(Bloque 4)

Eduard Punset: ¿Y qué deberíamos hacer con los bebés? La verdad es que no sabemos muy bien qué hacer. Lo que sí sabemos, gracias a experimentos con ratas y cabras, es que lamer a las crías o acariciarlas les da un sentimiento de bienestar… ¿pero qué más? Es decir, además de lamer a las crías, ¿cuál sería tu consejo para los padres?

Sue Gerhardt: ¡Mi consejo sería no lamer a los bebés!

Eduard Punset: ¡No!

Sue Gerhardt: Aunque probablemente no haría ningún daño…

Eduard Punset: ¿Qué les dices a tus pacientes, básicamente?

Sue Gerhardt: Pues bien, mi consejo sería, supongo… que el tacto está resultando muy importante para el desarrollo. Así que hay que sostener en brazos al bebé, llevarlo a los sitios, tocarlo… todo lo que genere placer, de hecho; porque las pruebas parecen demostrar que las sustancias bioquímicas relacionadas con el placer y con todo lo que genera placer realmente ayudan a que se desarrollen las funciones superiores del cerebro. Por tanto, mantener el contacto visual, sonreír, jugar, y divertirse con el bebé... Tener en brazos al bebé, tocarlo, masajearlo… todas estas cosas ayudan mucho, no solamente porque quizá formen parte de la gestión del estrés, sino también porque ayudan a la región orbitaria frontal del cerebro.

Para algunas enfermedades mentales, como los trastornos de la personalidad (y ahora hablo como psicoterapeuta que trabaja con adultos que padecen algún trastorno o se sienten infelices) la investigación actual demuestra que, en los trastornos de la personalidad, concretamente, todo apunta nuevamente a la primera infancia. Hay una enfermedad llamada trastorno límite de la personalidad…

Eduard Punset: Sí.

Sue Gerhardt: Y quienes la padecen tienen problemas bastante graves… pues bien, al empezar a investigar sus cerebros, se ha descubierto que las partes cerebrales que se desarrollan en la primera infancia… la respuesta al estrés, los niveles de cortisol… todo es muy alto. Y hay una hiperactividad en la amígdala, el sistema de detección de amenazas. Las regiones orbitarias frontales, las que podrían ayudarles a gestionar el estrés y calmar la amígdala…

Eduard Punset: Se reducen…

Sue Gerhardt: Se reducen o directamente son inactivas… y lo mismo sucede con otras partes prefrontales del cerebro que participan en la gestión de las emociones. Cuanto más sabemos de neurociencia, más claro resulta que hay muchos problemas en la sociedad (ya sea la conducta antisocial, o los trastornos de la personalidad o la conducta, los pacientes en centros de salud mental… no hablo de la esquizofrenia, sino de trastornos de la personalidad y depresión y problemas de este tipo) que están muy, muy relacionados con la primera infancia, así que si queremos proteger a la sociedad de las consecuencias de este tipo de conductas…

Eduard Punset: Que muchos dicen ahora que son la principal amenaza para el futuro…

Sue Gerhardt: ¡Eso es! Supuestamente la depresión ha aumentado drásticamente, y también los trastornos de la personalidad y la conducta antisocial… Pero… ¿sabes? Nuevamente, hay una solución: prestar más atención a la primera infancia, que es cuando empiezan estas cosas.

(Fin de los 4 bloques).

El cerebro del bebé (III)

Programa redes TV2 nº 447

Eduard Punset entrevista a: Sue Gerhardt, Psicoterapeuta y psicoanalista, Oxford.

(Bloque 3)

Eduard Punset: En lo que respecta a la organización del trabajo, al papel de la mujer en la sociedad, a la educación… es fantástico, ¿no? Cuando pienso en el grado de ignorancia sobre las emociones de adultos y bebés, me pregunto cómo demonios sobrevivieron nuestros antepasados, o nuestros padres… Dices que ahora sabemos un poco más al respecto, pero que todavía no se ha difundido a la sociedad. ¿Qué podríamos hacer para difundirlo, para cambiar los sistemas educativos, si es que sabemos exactamente qué hacer?

Sue Gerhardt: Creo que debemos ayudar al cuidado de los bebés en la primera infancia con estrategias nuevas, porque desde la revolución de la mujer, ¡la situación ha variado mucho!

A mi clínica acuden madres que dicen que van a dejar a su hijo o hija en una guardería (y hablamos de un bebé de unos cinco meses) porque el bebé necesita vida social. Creen que necesita vida social, estimulación. ¡Pero los bebés no necesitan este tipo de estimulación! Lo que necesitan es una atención personalizada, los cuidados y la receptividad de alguien que los conozca perfectamente y que pueda entenderlos y regularlos bien. Esto es lo que pone en marcha el sistema, de hecho.

Por eso creo que debemos replantearnos cómo cuidamos a nuestros bebés, ¡y con esto no quiero decir que haya que retroceder y hacer que la mujer se quede en casa! En lugar de eso, creo que debemos avanzar y pensar en estrategias para ayudar a los padres a llevarlo mejor y a tener más información sobre las necesidades de los bebés, a contar con más apoyo y a tener redes comunitarias e instituciones que les brinden ayuda de una manera realmente activa.

Eduard Punset: ¿Crees que es una idea popular? ¿Es políticamente correcto poner de nuevo a los bebés en el centro de nuestras preocupaciones? Lo digo porque a nadie parece importarle demasiado…

Sue Gerhardt: ¡No! ¡Es muy difícil hacer que la gente hable de los bebés! Muy difícil, porque los bebés se consideran aburridos, insulsos, nada interesantes. Muchas personas creen que los seres humanos no son interesantes hasta que aprenden a hablar y tienen un cerebro que les permite comunicarse verbalmente. ¡Pero, en realidad, los bebés son increíblemente interesantes! Y cuanto más entendemos lo que acaece dentro del cerebro de un bebé, más interesante se pone la cosa, sin duda.

Eduard Punset: … ¿Pero cuál es el siguiente paso? ¿Qué hay de la escuela? Ante todo, es importante que tengan la seguridad y la autoestima necesarias para manejarse en el mundo exterior… ¿pero qué debería lograr la escuela, los años de escolarización? ¿Tal vez despertar la curiosidad, favorecer la búsqueda de relaciones, de conocimiento?

Sue Gerhardt: En realidad no estoy muy capacitada para responder a esta pregunta, porque lo que yo estudio son los bebés, pero lo que sí que sé es que los niños que tienen unos vínculos afectivos seguros funcionan mejor en la escuela, su rendimiento es superior en todos los aspectos. Consiguen más cosas, y además logran entablar una mejor relación con sus compañeros. ¡Pero hay tantas cosas que han pasado ya cuando llegan a la escuela!

El cerebro del bebé (II)

Programa redes TV2 nº 447

Eduard Punset entrevista a: Sue GerhardtPsicoterapeuta y psicoanalista, Oxford.

(Bloque 2)

Eduard Punset: Así que, realmente, lo que afirmas en tu magnífico libro, Why Love Matters, es que, para que un ser humano sea independiente, debe haber sido primero un bebé dependiente.

Sue Gerhardt: Exacto: eso es.

Eduard Punset: Y es este tema de la dependencia el que desconocemos. ¿Sabes? Es gracioso, pero he visto, incluso en mi familia, o en las familias de amigos, situaciones en las que, cuando el bebé empieza a llorar desde la cuna, la abuela, la madre y la hermana del bebé reaccionan de manera diferente. Una puede salir corriendo hacia el bebé para que deje de llorar, la otra tal vez diga: «déjale llorar durante un rato, así aprenderá disciplina», y la otra dirá: «¡No! Lo mejor es que llore hasta que se canse». ¿Sabemos algo, en realidad? Tengo la impresión de que no estamos aprendiendo nada al respecto…

Sue Gerhardt: Pues no es una ciencia exacta, el cuidado de los niños no es una ciencia exacta, depende de cada niño, y de lo que cada niño pueda tolerar. Lo importante es que el bebé no se estrese demasiado. Si no lo hace, sea cual sea la manera en la que sus padres le cuiden, le irá bien. Pero el problema es que si este proceso persiste durante demasiado tiempo, o se cronifica durante semanas o meses, puede tener efectos muy perjudiciales, especialmente para los bebés. Algo que creo que debo explicar es que los bebés no pueden gestionar un estrés excesivo. No pueden deshacerse de su propio cortisol. Como adultos, nosotros sí podemos, hemos descubierto maneras de gestionar el estrés. Llamamos a un amigo, o nos vamos a tomar algo…

Eduard Punset: Sí.

Sue Gerhardt: O nos tomamos una taza de té, o un baño caliente, lo que sea.

Eduard Punset: Para librarnos del estrés.

Sue Gerhardt: Sí, tenemos varias maneras de calmamos. ¡Pero los bebés no! No pueden gestionar su propio cortisol, dependen de los adultos para eso. Y a los bebés les resultan estresantes cosas relativamente pequeñas. Por ejemplo, para un bebé estar lejos de su cuidador durante demasiado tiempo es muy estresante, ¡porque le va en ello la supervivencia! Un bebé no sabe si sobrevivirá o no: necesita a alguien que le cuide.

El cerebro del bebé (I)

Programa redes TV2 nº 447

Eduard Punset entrevista a: Sue Gerhardt, Psicoterapeuta y psicoanalista, Oxford.

(Bloque 1)

Eduard Punset: Tu mensaje principal es que la mejor manera de abordar las enfermedades mentales, incluso la delincuencia y la violencia en nuestra sociedad, es ocuparnos de los niños, algo que no hemos hecho adecuadamente.

Sue Gerhardt: Bueno, mi mensaje principal es que hay que ocuparse de los bebés, y ahí estriba la verdadera dificultad, porque de alguna manera no logramos dar suficiente importancia a los bebés; hablamos de los niños, y muchos hablan de los niños pequeños, pero casi nunca se habla de los bebés. Y creo que la primera infancia es en realidad la base de la salud mental. Por eso debemos atender mucho más a lo que sucede en ese período.

Eduard Punset: Porque dices que los primeros años tienen una importancia enorme.

Sue Gerhardt: Crucial, sí.

Eduard Punset: ¿Por qué? ¿Por qué los primeros dos años?

Sue Gerhardt: Los primeros dos años, y también el período en el útero, del cual yo no hablo en mi libro, pero que según los últimos descubrimientos desempeña un papel fundamental. Pero, ciertamente, desde el momento del nacimiento hasta los dos o tres años, se desarrollan muchos sistemas importantísimos en el cerebro, especialmente los que utilizamos para gestionar nuestra vida emocional: la respuesta al estrés, por ejemplo. Los diferentes circuitos bioquímicos cerebrales en el cerebro superior, concretamente en la región orbitaria frontal, se empiezan a desarrollar en ese…

Eduard Punset: En ese período.

Sue Gerhardt: En ese período crucial, sí.

Eduard Punset: Y ésta, realmente, es otra de tus contribuciones al debate: sugieres que lo que sucede en los dos primeros años, sea lo que sea, repercute en esa parte del cerebro que no se desarrollará hasta años más tarde, pero en la que dejará una marca para siempre. ¿Es así?

Sue Gerhardt: Sí. Todos estos aspectos tan importantes de desarrollo cerebral suceden de modo postnatal, tras el nacimiento. No se nace con ellos, ni tampoco son automáticos, sino que dependen de las experiencias que vive el bebé con los adultos o con las personas que lo cuidan. Por supuesto, la primera infancia no lo explica todo, porque el cerebro sigue desarrollándose durante toda la vida, y sin duda durante la infancia, pero los primeros años son un período concentrado en el que el cerebro establece conexiones a la mayor velocidad de crecimiento que jamás alcanzará. ¡Dobla su tamaño! Todos los sistemas son más susceptibles a influencias mientras se están desarrollando, y su principal desarrollo acaece en ese período.

Sinónimos Apego

Apego: Afecto, Cariño, Amistad, Simpatía, Amor, Estima, Cordialidad, Inclinación, Tendencia, Afición, Interés, Adhesión, Devoción, Afección, Solidaridad, Querencia, Fidelidad, Adoración y Vínculo.

Apego: Como verbo, Apegar.
Apego: Acoplo, Pego (de pegar).
Apego: (Apegarse, como palabra relacionada).

Antónimos
Apego: su antónimo es Antipatía. Desinterés, Desapego, Desdén, y Odio.

Nota: Como casi todas las palabras, tiene su ambivalencia, sus dos caras. De nosotros dependerá, el cómo queremos que sean nuestros hijos, en un futuro no tan lejano.

El Asombro



El niño es, por naturaleza, asombrado, contemplativo.

Es este asombro, el que le lleva a conocer de “motu propio” el mundo que le rodea. Tan solo tenemos, como padre/educador, que acompañarle/guiarle. Cualquier método de educación, que quiera sustituir al asombro espontáneo y natural (apoyándose en estímulos meramente externos, o en automatismos), anulará esta capacidad de asombro, tan necesaria para que el niño se convierta en un adulto responsable, capaz de automotivación, capaz de ilusión, etc.

Actualmente, las herramientas de educación disponibles, no contemplan esta realidad.

El Apego


Existe una cantidad importante de literatura y de estudios empíricos sobre este tema. El entorno del niño, debe favorecer que el niño pequeño pueda crear un vínculo de confianza, hacía su principal cuidador. Este vínculo de confianza, es indispensable para un buen desarrollo de la personalidad y para que confíe en si mismo, y en los demás, lo que le hará capaz de asumir responsabilidades y compromisos. Ahora mismo, el entorno familiar e institucional del niño, no plantea esta realidad.

miércoles, 16 de junio de 2010

“Hemos matado al niño”


Autor: Paulino Castells (Doctor en Medicina, Psiquiatría infantil y juvenil).

Entre todos, cada uno a su manera, los unos con mayor y los otros con menor sutileza, estamos matando al niño. Y no lo matamos precisamente en el digno sentido del rito de paso de la pubertad, que practicaban y aún practican los pueblos naturales –antes llamados primitivos–, con aquello de “matar al niño”, que ya está dejando de ser infante para pasar a puber, para que “nazca el adulto”, y así convertirse en guerrero o en esposa y ser aceptado por la colectividad. Lo matamos a secas. Le quitamos bruscamente la infancia, sin darle nada a cambio. Tenemos prisa, casi urgencia, para que el menor pase como una ráfaga por su niñez –¡antaño llamada “edad de oro”, fíjese usted!– , como si fuera un soplo del que luego ni se acuerde, sin vivencias, vacío. Le dejamos lo mínimo imprescindible: que se ensucie en el parque infantil y se deje cambiar las caquitas en la guardería. ¡Fuera pañales y al cole! (eso sí: bien cargado de libros para que no se aburra).

A la que podemos –y siempre procuramos que sea lo antes posible–, le vestimos de hombrecito o de mujercita y lo metemos de lleno en el mundo de los adultos. De tal manera que a base de codearse con nosotros, compartir nuestras aficiones de adultos y participar sin ningún recato –por nuestra parte–  en conversaciones íntimas, no importa que se trate de escabrosos asuntos de alcoba o de dudosos intríngulis laborales (“en casa no tenemos secretos con los hijos, doctor”), pronto le ponemos al día de todas las miserias que realizamos los mayores, de nuestra bajeza moral y mezquindad de pensamientos.

Animándole, luego, a que siga nuestro ejemplo y nos secunde en el mantenimiento de la sociedad que hemos creado para él/ella (insistiendo en eso de que: “se lo hemos creado para él/ella”). También le decimos bien claro que si no se aparta de las normas y no se sale por peteneras, ¡hasta le dejaremos tiempo para jugar!; eso sí, siempre y cuando sea con los juegos juguetes que previamente le hemos escogido y limitándose al horario que para él/ella hemos establecido (“no sea caso que acabe perdiendo el tiempo jugando”).

Hasta ahora, como hemos querido representar una aparente honestidad ante nuestros vástagos y pupilos –para que no nos vieran como auténticos verdugos de su infancia, sino más bien como respetables padres y amantísimos educadores–, hemos querido lavar nuestra imagen. Así, con nuestro afán de sacudirnos las pulgas de encima, hemos decidido que lo mejor era buscar un chivo expiatorio, una cabeza de turco a quien culpabilizar de los males que acechan a nuestros retoños. ¡Y quién mejor que la vilipendiada televisión, atacada cada día por la mediocridad o podredumbre de sus programas! Aunque voces a su favor también se hacen oír, con poderosas y convincentes razones; no obstante, nadie duda que parte de culpa tiene el medio televisivo en la matanza de inocentes... pero no tanta como hemos querido hacer creer a la gente a menudo y a nuestras propias doloridas conciencias. Pero, incluso, quien defienda la bonanza de la televisión en el desarrollo del niño, estará de acuerdo en que la atractiva pantalla quita tiempo para hacer otras cosas importantes, entre ellas, jugar.

En resumidas cuentas, en esta amalgama de uniformidad en que nos empeñamos en meter con calzador a los niños, de forzar la igualdad entre hijos y padres borrando fronteras entre las generaciones, despreciando las actividades lúdicas espontáneas, empecinados en programar esclavizando tiempo de ocio, con este afán de suprimir los brotes de creatividad y genialidad de los hijos y alumnos... estamos matando al niño. Quizá no nos demos cuenta; pero, ahora, con urgencia, es momento de reflexionar y buscar soluciones a esta impune masacre. No nos autodisculpemos con aquello de que “entre todos lo mataron y el solito se murió”.

Derechos del Niño (1959)

Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959


Artículo 1º
El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta declaración. Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia.

Artículo 2º
El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a que se atenderá será el interés superior del niño.

Artículo 3º
El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad.

Artículo 4º
El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal.
El niño tendrá derecho a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.

Artículo 5º
El niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento social debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especiales que requiere su caso particular.

Artículo 6º
El niño, para el pleno desarrollo de su personalidad, necesita amor y comprensión.
Siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material; salvo circunstancias excepcionales, no deberá separarse al niño de corta edad de su madre. La sociedad y las autoridades públicas tendrán la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia.
Para el mantenimiento de los hijos de familias numerosas conviene conceder subsidios estatales o de otra índole.

Artículo 7º
El niño tiene derecho a recibir educación que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social y llegar a ser un miembro útil de la sociedad.
El interés superior del niño debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación; dicha responsabilidad incumbe, en primer término, a sus padres.
El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deben estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho.

Artículo 8º
El niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro.

Artículo 9º
El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación.
No será objeto de ningún tipo de trata.
No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral.

Artículo 10º
El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa, o de cualquiera otra índole.
Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes.

¿Dónde ha quedo esta declaración de buenas intenciones?

M. Teresa de Calcuta



“Pienso que hoy el mundo está de cabeza, y está sufriendo tanto porque hay tan poquito amor en el hogar y en la vida de familia. No tenemos tiempo para nuestros niños, no tenemos tiempo para el otro, no hay tiempo para poder gozar uno con el otro.”

“El amor comienza en el hogar; el amor vive en los hogares y esa es la razón por la cual hay tanto sufrimiento y tanta infelicidad en el mundo de hoy… Todo el mundo hoy en día parece estar en tan terrible prisa, ansioso por desarrollos grandiosos y riquezas grandiosas y lo demás, de tal forma que los niños tienen muy poco tiempo para sus padres. Los padres tienen muy poco tiempo para ellos, y en el hogar comienza el rompimiento de la paz del mundo.”

Madre Teresa de Calcuta